Doomed by Blogger







Yo soy Providence

30.3.04

Estimados amigos,

Hoy me ha sorprendido funestamente la carta de un amigo. Desde Green Lake, Wisconsin, me escribe Joseph Hatley indicándome que ha visto en el escaparate de una librería un libro que lleva por título "Necronomicon". ¿Cómo puede ser? ¡¡Habráse visto mayor atropello!! Algún petrimetre se ha permitido el lujo de editar un libro que yo mismo inventé. Inmediatamente, a vuelta de correo le he pedido que reserve una copia de ese nefando líbelo y me lo envie por correo urgente, para, si es preciso, emprender acciones legales contra el pseudo-Lovecraft que lo haya perpetrado. He ahorrado ya la cantidad necesaria para poder adquirir la obra. Ahora sólo falta que Hatley me la envíe. Estoy sumamente nervioso. ¿Qué se le habrá ocurrido al autor incluir en las páginas terribles del Necronomicon? ¿Invocaciones primigenias? ¿Textos fusilados de la Blavatsky? ¿Recetas de cocina? ¿Hentai con tentáculos? Quién sabe, por Dios... Si cogiera a ese energúmeno, juro por mi sangre aria que le colgaría del estandarte del Ayuntamiento de Providence hasta que suplicara perdón. Quedo a la espera de las noticias de Hatley.

Vuestro por la Hermandad Negra de Xohpyomtelsy,





Cisne Negro | |


17.3.04

Estimados amigos,

Hoy he recibido carta de mi colega Enrico Garci-Núñez, afincado en Valencia, España. Me cuenta mi amigo bonaerense las fiestas que por esa época se viven en la región, y se explaya durante unas quince páginas en detallarme profusamente las celebraciones del pueblo, que incluyen lanzadas de petardos, castillos espectaculares de fuegos de artificio, quema de muñecos hechos ex professo para la ocasión por unos artesanos que se dedican a tiempo completo durante todo el año a este fin ("gobierno de un niño", diría Heráclito) y otras tradiciones locales curiosas y simpáticas. Al principio me resultó ameno el leer las costumbres nativas de la zona, pero tras ocho páginas confieso que no podía más. !Qué grosería por parte de Garci-Núñez pasarse toda una carta de quince folios hablando sobre lo mismo! Lo que tiene mi compañero hispano en cordialidad, también lo tiene de cabezonería y localismo. Esto es lo que le he contestado:

<<Estimado amigo Enrico,
Acuso recibo tu dilatada corresponsalía desde tu pueblo contándome con pelos y señales las celebraciones que en este momento se están llevando a cabo (...) No obstante debo comentarte que, si bien ha sido para mí en parte una lectura interesante, no te he de esconder que también me ha llegado a empalagar de forma notable la cantidad de páginas que dedicas a esta cuestión (...). Yo podría, en efecto, contarte con detallados pormenores qué es de las fiestas de Providence, alrededor del 17 de noviembre, cuando se hace una tradicional cabalgata colonial, y la banda municipal toca un repertorio clásico en el anfiteatro, acompañado por la actuación de la soprano Josephine Rickson. Los niños compran una especie de dulce en forma de banana que se hace con caramelo cristalizado y los mayores organizan campeonatos de expectoración -a los cuales, por cierto, me es muy desagradable la invitación. (...) Pero no es mi intención hacerte un programa explícito de nuestras celebraciones, ambos convendremos en que tanto tú como yo lo agradeceremos.
(...)>>

Y es que demasiado localismo nunca es bueno.



Vuestro por la pirámide invertida de Amon-Ra.

Cisne Negro | |


16.3.04

Estimados amigos,

Por fin he terminado la corrección de "Los montes de Priest Hill", el manuscrito de madam Rocaforte. He necesitado de largas caminatas por la ciudad para quitarme de la cabeza las verdaderas abominaciones de la oronda señora con pretensiones de escritora. Me he despejado contemplando el precioso Ateneo de Providence, en Benefit Street, la casa John Brown o los detalles de la fachada de la Sociedad Histórica de Benevolent Street, verdaderos tesoros de la arquitectura colonial y postcolonial de nuestra orgullosa urbe.

De vuelta a casa me ha sucedido un hecho curioso. Iba yo distraido pensando en los relatos de Nathaniel Hawthorne, cuando me han abordado dos jóvenes muy bien vestidos y peinados, con una carpeta y unos folletos. Se han presentado como el hermano Schmidt y el hermano Davis, diciendo que querían hablarme de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y yo, como no tenía prisa por llegar, y me ha impresionado tamaño nombre, he dejado que siguieran. Me hablaron del profeta Joseph Smith, el cual, por lo visto, estuvo muy ocupado teniendo visiones de "mensajeros celestiales" y escribiendo nuevas versiones de la Biblia. Estuvieron cerca de media hora hablándome de su iglesia, hasta que finalmente me dejaron contestarles. Amablemente les dije que eran muy simpáticos, pero que era un caballero de Nueva Inglaterra que ya había sido seguidor de Apolo, tenido mis escarceos islamistas, y que ahora, en mi superior agnosticismo, no podía ser convencido por esa historia supersticiosa. Cuando dije esta última palabra, el elder Schmith hizo una mueca extraña mirando a su compañero. Se disculparon cortésmente y se despidieron. Qué extraños encuentros hace uno por la calle.



Vuestro por el Templo de Hapsettuph,


Cisne Negro | |


9.3.04

Estimados amigos,

Llevo toda la semana enfrascado en la corrección de un original de madam Amanda Rocaforte, natural de Providence. Su relatillo "Los montes de Priest Hill" me lleva a la cama cada día con una gran jaqueca. ¡Por Dios, nunca había visto tantas faltas de ortografía (primsipe, relaccion, anviente, deppresion...), tal salvaje y orgiástico desbarajuste de puntuación, tantos anacolutos, y tantos tachones en un original mecanografiado! ¡Esta profesión a veces se me hace realmente dura!
Pero lo peor no es tener que estar lidiando con la endiablada forma de escribir de lady Rocaforte, no. ¡Peor aún es haber de prestar atención a una trama incongruente, simplona, llena de personajes trillados y torpes y sazonado con un erotismo rancio de señora mayor aburguesada frígida! En las primeras páginas asistimos a la presentación de Joshua Velmont, recién llegado a Nueva Orleans desde Dover en un accidentado viaje, donde una tormenta tropical hundió su nave cerca de la antigua isla La Española. Casi sin tregua, el joven azorado conoce a una señorita de buen ver y de alta alcurnia que, no sabemos por qué, pasea por el muelle -donde también están los marineros barrigudos y tatuados-. Un indeseable borracho intenta forzarla, pero en ese momento aparece Velmont, se enzarza en una pelea con el hombre ebrio, que acaba, como es natural, en el suelo, y ya salvada, los dos huyen hacia un bosque cercano (cuando lo más normal es que fuera pantano, pero se ve que lady Rocaforte no ha pisado Nueva Orleans con mucha avidez). Allí hacen discretamente el amor (?), y estando en el reposo postcoital, ambos se duermen. Cuál es la sorpresa de la chica, que responde al nombre de Elizabeth Montgomery, cuando ve que al despertar su ya prometido Velmont no está a su lado: una nota le advierte que ha sido secuestrado por un pirata (?) traficante de jóvenes (??), y que si quiere volver a verlo deberá pagar su rescate. A partir de aquí, el relato cuenta las increíbles y desmesuradas aventuras de la nueva heroína Elizabeth, al encuentro de su amado, ahora remero en una especie de galera anacrónica que recorre el Caribe no sabemos muy bien con qué intención. Ahorraré a los lectores los detalles.
Cada noche, al terminar la revisión, me tomo un té con miel y descanso un poco cerca del fuego, con Monarca ronroneando en mi regazo. Si no fuera por estos pequeños placeres, yo mismo me habría hecho ya voluntario para galeras.



Vuestro por la Piedra Lunar de Asmodeus,

Cisne Negro | |


4.3.04

Estimados amigos,

Hace poco un amigo, Charles W. Newstead, me ha enviado un libro editado hace relativamente poco. Se trata de una antología de relatos titulada "Los nuevos góticos", editada por Bradford Morrow y Patrick McGran, y que contiene básicamente relatos de autores, salvo algunas excepciones, de segunda o tercera fila.
De momento sólo he leído el primer relato, de Jamaica Kincaid, titulado "Ovando", y me he llevado una muy mala impresión. Señores editores, al ver esa inmundicia publicada dan ganas de ponerles a cumplir condena repoblando de árboles algún monte de la bella Nueva Inglaterra. Que alguien me explique qué demonios ha querido decir la señora autora con este relato, porque no le veo ni pies de cabeza. Una sucesión de imágenes rocambolescas a velocidad de vértigo es su único contenido.
Señores escritores, para escribir hace falta tener base. No les pido que tuvieran en su infancia una biblioteca a disponer como la tuve yo, pero al menos un poco de acercamiento al espíritu de lo que van a homenajear (o más bien intentar plagiar sin éxito) sí sería muy de agradecer para el común de los lectores.
La literatura gótica es algo más que monjes fornicadores, fantasmas de monjas ensangrentadas y nombres rocambolescos ("Otranto", "Udolfo", que aquí vemos en "Ovando"... ¿Ovando? ¿Acaso el protagonista está empollando huevos? ). A todos aquellos en conocer de verdad la literatura negra o gótica, les conmino a leer el sumamente interesante ensayo titulado "Gothic", de Fred Botting, editado por Taylor & Francis Books Lt. Su lectura les aclarará en gran medida qué supuso realmente este género que empezó con "El castillo de Otranto" de Walpole y termina con el Melmoth de Maturin.



Vuestro por la insidia cósmica de Xelucha,

Cisne Negro | |


1.3.04

Estimados amigos,

Este fin de semana mi amigo Jebediah Hutson y yo planeamos una pequeña excursión a la vecina Cranston. Por la mañana de domingo cogimos el autobús por la interestatal 95 y nos dirigimos hacia nuestro destino. En menos de una hora llegamos. Allí pudimos visitar este tranquilo pueblo, bastante cosmopolita, que vive a la sombra de la gran urbe de Providence. Uno de los lugares más bonitos es la plaza cerca de la iglesia y el consistorio. Allí almorzamos Jebediah y yo, sentados en un banco, charlando animosamente de los años en que nuestra pasión principal había sido la astronomía.
Después de comer, rodeamos el pueblo. En mi interior abrigaba la remota posibildad de encontrarnos con alguna construcción colonial, pero finalmente me quedé con las ganas.
A las cinco cogimos el autobus de vuelta a Providence. De vuelta, estuvimos pensando alguna otra incursión en alguna otra localidad que no conozcamos de Rhode Island. He llegado cansado a casa y enseguida me he puesto a contestar el correo atrasado, tarea que me ocupa mucho trabajo. Espero encontrar inspiración en las siguientes excursiones.



Vuestro por la piedra retorcida de Tiyhz,

Cisne Negro | |